sábado, 6 de febrero de 2016

El cambio climático requiere una gestión ambiental comprometida.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1987, específica como sociedad sostenible a aquella que satisface sus necesidades sin poner en peligro las capacidades de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”, y define al desarrollo sostenible “como un proceso de cambio en el cual el uso de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación del desarrollo tecnológico y los cambios institucionales, en su conjunto, deben mejorar la capacidad de satisfacer las necesidades humanas tanto de hoy como en el futuro”. El desarrollo sustentable constituye por lo tanto la integración responsable y eficiente de las políticas de gestión ambiental con los progresos de la ciencia y la tecnología,  evitando en todo momento, generar dificultades a las generaciones futuras. No obstante, la falta de un compromiso mundial real con un desarrollo sustentable,  nos ha llevado al borde del precipicio: un cambio climático con una inercia muy difícil de vencer y que requerirá, cada vez más, de los desarrollos de las nuevas tecnologías capaces de transformar la naturaleza. Dice Jeremy Rifkin, en su libro El siglo de la biotecnología, “le corresponderá a la biotecnología la difícil tarea de rehacer la naturaleza para restaurar las pautas perdidas y hacer posible la vida en la tierra”.  El cambio climático requiere una gestión ambiental comprometida y  orientada a  la utilización racional intensiva de las nuevas tecnologías: 

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