El cambio climático requiere una gestión ambiental comprometida.
La Asamblea General de las Naciones
Unidas, en 1987, específica como sociedad
sostenible a aquella que satisface sus necesidades sin poner en peligro las
capacidades de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”, y define al desarrollo sostenible “como un proceso de cambio en el cual el uso
de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación del desarrollo
tecnológico y los cambios institucionales, en su conjunto, deben mejorar la
capacidad de satisfacer las necesidades humanas tanto de hoy como en el
futuro”. El desarrollo sustentable constituye por lo tanto la integración
responsable y eficiente de las políticas de gestión ambiental con los progresos
de la ciencia y la tecnología, evitando en
todo momento, generar dificultades a las generaciones futuras. No obstante, la
falta de un compromiso mundial real con un desarrollo sustentable, nos ha llevado al borde del precipicio: un
cambio climático con una inercia muy difícil de vencer y que requerirá, cada
vez más, de los desarrollos de las nuevas tecnologías capaces de transformar la naturaleza. Dice Jeremy
Rifkin, en su libro El siglo de la biotecnología, “le corresponderá a la biotecnología la
difícil tarea de rehacer la naturaleza para restaurar las pautas perdidas y
hacer posible la vida en la tierra”. El
cambio climático requiere una gestión ambiental comprometida y orientada a la
utilización racional intensiva de las nuevas tecnologías:
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