El concepto de
singularidad tecnológica expuesto por el matemático y físico Húngaro John von Neumann en 1958, sugiere que los robots podrían ser
capaces de auto-mejorarse recursivamente (rediseño de sí mismo) a través del
diseño y construcción de robots cada vez mejores. Las repeticiones de este
ciclo probablemente darían lugar a una descendencia donde las máquinas
inteligentes podrían diseñar generaciones de máquinas sucesivamente más
inteligentes y con mayor capacidad de acción. Resulta evidente que los robots
no tendrían para su subsistencia la problemática de los humanos, no necesitan
oxígeno, ni agua, ni alimentos, ni instalaciones sanitarias. Su energía podría
ser generada a través de paneles solares flexibles incorporados en su cuerpo
durante su construcción robotizada. La preguntas centrales de la presente reflexiones
son: ¿Existe una singularidad humana? ¿Los humanos a través del tiempo nos fuimos
mejorando? La vida humana en forma muy precaria comenzó en la tierra hace 2,5
millones de años. Unos 1,8 millones de años atrás; hace 18.000 siglos ubicamos
al rudimentario Homo Habilis incapaz de distinguir lo material de lo
inmaterial, lo imaginario de lo real, el mundo de lo animado de lo inanimado.
Observaba la conducta y comportamiento
de otros animales y la
imitaba. Así aprendieron de los conejos a excavar, de los
castores a construir represas, de las arañas a tejer trampas,…El Homo Erectus
lo podemos ubicar a unos 10.000 siglos y el más parecido al hombre actual el
Homo Sapiens a 1500 siglos. Finalmente
ante la estabilización de los cambios estructurales el avance
del hombre actual generación tras generación depende de la velocidad y
capacidad de atesoramiento del inmenso legado del conocimiento humano acumulado
año a año a lo largo de los siglos. Durante la educación no formal, y la formal: primaria, secundaria
y universitaria incorporamos lo necesario para evolucionar en el conocimiento y
hacer hombres con capacidades cada vez mejores en lo que constituye una
trayectoria equivalente a la concepción de la singularidad tecnológica de
autoproducción de robots cada vez mejores. Con el avance en el desarrollo de
los cerebros cuasi similares a los humanos realizados con nanochips
neurosinápticos capaces de agregar los sentidos a través de pulsos lumínicos a
todo lo que son capaces de realizar las computadoras más avanzadas y, de los mapeos realizables con nanorobots
cerebrales para comprender la red neuronal constituida por 89 mil millones de
neuronas; el atesoramiento del
inmenso legado del conocimiento humano tal vez pueda pasarse de un humano a un
robot como hoy se pasa el software de una computadora a otra. Tal vez entonces
aparezca una intersección entre la singularidad humana y la singularidad tecnológica; humanos inmortales en cuerpos de robots.
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