viernes, 21 de diciembre de 2012

Bioeconomía para comprender, biotecnología para hacer.

Al padre de la bioeconomía, Nicholas Georgescu-Roegen, el  premio Nobel de economía Paul Samuelson lo calificó como “el economista entre los economistas". Fue un investigador muy singular  por la manera fronteriza y transdisciplinar en que lo hizo, siendo pionero en tender puentes entre la economía, la termodinámica y la biología a la hora de aplicar las leyes de la naturaleza como fundamento  de los procesos económicos reales. La peculiaridad de su trabajo lo llevó además a ser un intelectual incómodo, difícil de clasificar en el contexto internacional.
¿Por qué causa las teorías económicas no deben cumplir con las leyes físicas y químicas de la naturaleza? Aquellas que se basen o fundamenten en las leyes de la naturaleza inexorablemente se deben cumplir y podrán guiar a la humanidad por el camino correcto. Lo que para los economistas ortodoxos es  un ciclo de producción y consumo para la bioeconomía es un camino unidireccional hacia el consumo de energía y el agotamiento de recursos naturales. En este contexto la vida en la tierra sólo puede ser viable si se cuenta con alguna “ciencia-tecnología prometica” capaz de generar mas energía, mas alimentos, rehacer el medioambiente y bajar los gastos en salud. Seguramente si Nicholas Georgescu-Roegen hoy viviera no estaría sorprendido por la vigencia y el avance de  la bioeconomía de la mano de su biotecnociencia “prometeica”, la biotecnología y de su motor productivo la biofábrica transgénica.
En un contexto en el cual la economía clásica fracasa día a día, la población mundial  se incrementa exponencialmente, la contaminación esta fuera de control y los recursos naturales son insuficientes, sólo la bioeconomía  nos ayudará  a  comprender lo que hay que  hacer  para  mantener la vida en el planeta. La biotecnología lo hará.
Lectura complementaria:
Tiempo de bioeconomía.

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