Al padre de la bioeconomía, Nicholas Georgescu-Roegen, el premio Nobel de economía Paul Samuelson lo calificó como “el economista entre los economistas". Fue un investigador muy singular por la manera fronteriza y transdisciplinar en que lo hizo, siendo pionero en tender puentes entre la economía, la termodinámica y la biología a la hora de aplicar las leyes de la naturaleza como fundamento de los procesos económicos reales. La peculiaridad de su trabajo lo llevó además a ser un intelectual incómodo, difícil de clasificar en el contexto internacional.
¿Por qué causa las teorías económicas no deben cumplir con las leyes físicas y químicas de la naturaleza? Aquellas que se basen o fundamenten en las leyes de la naturaleza inexorablemente se deben cumplir y podrán guiar a la humanidad por el camino correcto. Lo que para los economistas ortodoxos es un ciclo de producción y consumo para la bioeconomía es un camino unidireccional hacia el consumo de energía y el agotamiento de recursos naturales. En este contexto la vida en la tierra sólo puede ser viable si se cuenta con alguna “ciencia-tecnología prometica” capaz de generar mas energía, mas alimentos, rehacer el medioambiente y bajar los gastos en salud. Seguramente si Nicholas Georgescu-Roegen hoy viviera no estaría sorprendido por la vigencia y el avance de la bioeconomía de la mano de su biotecnociencia “prometeica”, la biotecnología y de su motor productivo la biofábrica transgénica.
En un contexto en el cual la economía clásica fracasa día a día, la población mundial se incrementa exponencialmente, la contaminación esta fuera de control y los recursos naturales son insuficientes, sólo la bioeconomía nos ayudará a comprender lo que hay que hacer para mantener la vida en el planeta. La biotecnología lo hará.
Lectura complementaria:Tiempo de bioeconomía.
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