Luis desde hace más
de veinte años trabaja en una biblioteca. Todos los días, puntualmente, a las
19 horas llega a su modesta casa,
heredada de sus padres, en donde sólo lo espera su viejo y cansado perro
Marrón. Lejos quedaron los días de
felicidad con su esposa fallecida hace ocho años. La soledad lo agobia y
sobretodo hoy que no es un día cualquiera, es 24 de diciembre. Salió más
temprano del trabajo, pasó por el supermercado, realizó las compras necesarias
y se dirigió a su domicilio. Algo está dando vueltas en su mente. En la oficina
mientras buscaba alguna información por Internet encontró un trabajo científico
publicado en la revista
Nature del 23 de agosto del 2002 “Molecular evolution of
FOXP2, a gene involved in speech and language” realizado por investigadores de
Instituto Max Planck y de la Universidad de Oxford. Por lo que pudo entender habían descubierto
un gen que se encuentra en el cromosoma siete,
responsable de un fino control entre la laringe y la boca, necesario
para articular y desarrollar la palabra. ¡Nada menos que la palabra de la cual
depende gran parte del desarrollo de la cultura humana!
Absorto en sus
pensamientos ingresó a la
casa. Tiempo atrás leyó en un diario que un equipo de
científicos de Corea del Sur había clonado un perro. Su imaginación comenzó,
impulsada por su angustia, a relacionar lo poco que sabía del tema. Si algún
día fuera posible clonar a su perro y le pudieran introducir el gen FOXP2; tal
vez nunca perdería lo único que le quedaba en su vida, y hasta tendría con
quién hablar. Seguramente el perro inicialmente repetiría palabras relacionadas
con sus necesidades fisiológicas, pero luego empezaría a asociar...
¿O acaso el
desarrollo de la inteligencia cognitiva no provenía de la interiorización de la
palabra?
Mientras preparaba
la comida no podía dejar de pensar en el tema. En la parrilla colocó
una tira de asado para Marrón y unos bifes para él. ¿Por qué no?, se decía, si hasta en el diario de esta semana había
una nota en la cual se comentaba que el genoma de los seres humanos se parece más al de los perros
que al de los ratones utilizados en las experiencias científicas…
Tan abstraído
estaba en sus elucubraciones que se sobresaltó cuando luego de cenar vio que el
reloj del comedor marcaba las 23,50. Rápidamente sacó de la heladera la botella
de sidra, de la misma marca que solía gustarle a su esposa, tomó la copa de
cristal, recuerdo de su madre y se sentó en el sillón dispuesto a recibir la Navidad. Marrón se
le acercó sigilosamente, apoyó su cabezota sobre sus piernas y lo miró a los
ojos. Luis se sobresaltó, le pareció como si “marrón” hubiera adivinado sus
pensamientos.¡Cuanto agradecimiento había en su mirada, cuanto afecto, cuanta
ternura!
Ellos con esa mirada tierna nos dan el verdadero amor yo extraño mucho a mi gatito que ya no está 🐈⬛
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