En el comienzo del 2014 los augurios de graves efectos
por el cambio climático dejan de ser pronósticos y pasan a ser realidad.
Mientras en el hemisferio sur, América Latina experimenta un calentamiento
sofocante con países como la Argentina sacudidos por la gran ola de calor y Australia con incendios
forestales de gran envergadura debido a la sequía y los vientos; en el
hemisferio norte, el medio oeste
de EE.UU. se encuentra congelado con fuertes nevadas y record de bajas temperaturas,
y con grandes inundaciones en Gran Bretaña, parte de Francia y España.
Tiene su lógica si
consideramos que los 1000 millones de vehículos existentes consumen por día 95
millones de barriles de petróleo. Dicho de otro modo, algo que estaba enterrado
y no producía ningún efecto, se transforma en dióxido de carbono a una
velocidad de consumo de 95 millones de barriles por día. A esta cifra hay que
agregar el dióxido de carbono proveniente del consumo de combustible fósil por
las empresas, el generado para producir
energía eléctrica, el de la combustión del gas domiciliario,… Lo citado es
sólo en una parte, podríamos agregar la problemática originada por el metano
(mucho más perjudicial que el dióxido de carbono) generado por los millones de ganado bovino existente
(flatulencia y eructos) o el disuelto en los hielos continentales que se libera debido al creciente descongelamiento. La economía mundial basada
en una utilización depredatoria sin precedentes de recursos naturales,
imposibles de reponer en el tiempo que se consumen, también está a la deriva conduciendo
a crisis económicas crecientes en casi
todos los países originando violencia latente en las sociedades.
Hay una solución
única: debemos generar una cantidad inmensa de recursos naturales en tiempo y
forma para los 7000 millones de habitantes del planeta, reemplazar la
utilización de combustibles fósiles y
producir en forma ecológica con residuo cero. ¿Se puede?
Necesitamos avanzar
sobre una bioeconomía que priorice la generación de recursos naturales
renovables por sobre los ciclos ficticios de producción y consumo de la
economía actual sin sustento en bienes genuinos. Una bioeconomía que utilice a
la biotecnología con sus 65 millones de genes y la ingeniería genética para
producir combustibles, alimentos, cuidar el medio ambiente y disminuir los
costos del cuidado de la salud. Una sociedad
sostenible debe avanzar hacia la
producción en biofábricas, fábricas celulares fotosintéticas, alimentadas por
la energía solar y dióxido de carbono y
catalizadas por enzimas. Biofábricas para producir alimentos,
medicamentos, bicombustibles y para cuidar el medio ambiente produciendo con
residuo cero.
La trilogía
conducente a un planeta sustentable está integrada por la bioeconomía,
con su biotecnociencia generadora de
recursos naturales, la biotecnología, y
su motor productivo la biofábrica
ecológica. El medioambiente y la economía del planeta están a la deriva, no
existe un plan A, sólo nos queda avanzar rápidamente a un Plan B, B de Bioeconomía, B de Biotecnología
y B de Biofábrica ecológica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario