El padre de la
bioeconomía Nicholas Georgescu-Roegen solía hablar del metabolismo de la sociedad humana
centrado en las trasformaciones de energía y materiales necesarias para su
existencia. Introdujo los conceptos de metabolismo endosomático y metabolismo
exosomático para diferenciar las transformaciones de energía y materiales que
tienen lugar dentro y fuera del cuerpo humano. Así el metabolismo endosomático
esta relacionado con una alimentación con entropía negativa a través del
consumo de alimentos como fuente de energía ordenada en uniones químicas provenientes en última instancia de la
fotosíntesis. En cambio el metabolismo exosomático esta vinculado con la
energía consumida en nuestras actividades diarias tales como la utilización de la electricidad y el transporte asociadas al megaconsumo de combustible fósil. El
error central fue no desarrollar un
sistema para el metabolismo exosomático de las actividades de la sociedad
humana a semejanza del endosomático vinculado con la esencia misma de la vida.
Las conveniencias económicas llevaron a utilizar un sistema en el cual el
combustible fósil enterrado se transforma en dióxido de carbono a una velocidad
(considerando sólo el consumo de petróleo) de 90 millones de barriles por día.
En el estado crítico actual debemos, contra reloj, modificar el rumbo hacia la
generación de energía fotosintética todo el tiempo y en todo lugar. En este
contexto podemos ubicar una “economía de la biomasa” como insumo, en la cuál la
producción industrial se traslada del uso de recursos fósiles (petróleo, carbón
y gas natural) hacia el uso de materias primas vivientes, especialmente la
“biomasa” de la materia vegetal, como las astillas de madera, cultivos
agrícolas y microalgas. En la economía
de la biotecnología como proceso, la decodificación de las secuencias genéticas
se constituye como un nuevo valor para la constitución de los sistemas de
producción por diseño. La naturaleza es modificada para satisfacer las demandas
imperantes. La transgénesis transforma organismos vivos en “biofábricas” que
pueden ser emplazadas en cualquier parte del mundo, ya sea en birreactores o
plantaciones para producir tanto combustibles y símiles a los derivados del
petróleo hasta componentes de productos
farmacéuticos y alimenticios o sustancias químicas en general. El cuadro de la
producción energética adecuada se completa con los paneles solares
nanotecnológicos de puntos cuánticos para captar la radiación de día y de noche
(por reflexión de la radiación infrarroja nocturna en las nubes). Difícilmente
para intentar arreglar el metabolismo de la sociedad humana, en tiempo y forma,
ante el constante incremento de la población y el megaconsumo producido por la actividad
diaria, nos alcance con la biomasa como insumo; rehacer la pautas perdidas y
generalizar la naturaleza del metabolismo endosomático requerirá además una
fuerte apuesta de la bioética social a la bio y nanotecnología.
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