En el artículo
“Systems Nutrigenomics Reveals Brain Gene Networks Linking Metabolic and Brain
Disorders” publicado en la revista científica EBioMedicine, un equipo integrado
por más de 20 investigadores de la Universidad de California (UCLA), comprueban
que el consumo de fructosa altera 900 genes cerebrales vinculados con problemas
en la salud como la enfermedad cardiovascular, la enfermedad de Alzheimer, la
depresión, la enfermedad bipolar, el trastorno de hiperactividad con déficit de
atención, etc. La mayor parte de los alimentos
son endulzados con jarabe de maíz de alta fructosa, un edulcorante
líquido de bajo costo obtenido a partir del maíz presente en bebidas endulzadas (bebidas “cola”), jarabes y
postres. En forma paralela los investigadores señalan al ácido graso omega-3
conocido como ácido docosahexaenoico o DHA, como la sustancia capaz de revertir
los cambios nocivos producidos por la fructosa. “El DHA no cambia sólo uno o
dos genes, empuja a todo el patrón de
genes a volver a la normalidad, algo notable", dice Xia Yang, autor
principal del estudio y profesor de Biología
de la UCLA. Para
probar los efectos de la fructosa y el DHA, los investigadores entrenaron ratas
para escapar de un laberinto, luego las dividieron en tres grupos. Durante
seis semanas, un grupo de ratas bebió agua con una cantidad de fructosa
equivalente al consumo humano de un litro de gaseosa por día. Al segundo
grupo se le dio agua con fructosa y una dieta rica en DHA. El tercer grupo
recibió agua sin fructosa y sin DHA. Después de las seis semanas, las ratas se expusieron
al laberinto nuevamente. Los animales con dieta fructosada solamente pudieron salir del
laberinto en el doble de tiempo con relación a quienes habían bebido sólo agua;
hecho indicativo que la dieta de fructosa les había deteriorado la
memoria. Las ratas alimentadas con fructosa y DHA, mostraron resultados
muy similares al grupo del agua; señalado al DHA como la posible solución para contrarrestar
los efectos dañinos de la
fructosa. Otras pruebas permitieron establecer que las ratas
con una dieta rica en fructosa tenían mucho más alta la glucosa en sangre, los triglicéridos y los
niveles de insulina. Aspectos relacionados en los seres humanos con la
obesidad, la diabetes y muchas otras enfermedades. También el equipo de
investigación secuenció más de 20.000 genes de los cerebros de las ratas, identificándose
más de 700 genes en el hipotálamo (centro de control metabólico del cerebro) y
más de 200 genes en el hipocampo (regula el aprendizaje y la memoria) alterados
por el consumo fructosa. Los genes alterados en su gran mayoría son
comparables con genes presentes en los seres humanos responsables de la
regulación del metabolismo, la comunicación celular y la inflamación. Entre
los 900 genes alterados en el cerebro los investigadores encontraron dos en
particular, denominados Bgn y Fmod, afectados rápidamente por la fructosa,
aparentemente responsables de desencadenar un efecto de cascada conducente a la
alteración de cientos de otros. La investigación publicada el 21 de abril del
2016 prende una luz roja debido a la amplia utilización del jarabe de fructosa en la alimentación actual y particularmente en su utilización en las bebidas "cola” predilectas de los niños.
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