lunes, 6 de enero de 2025

Atacar la complejidad del siglo XXI con átomos y células.

La bioeconomía y la nanoeconomía son dos campos emergentes que están redefiniendo la manera en que pensamos sobre la producción, el consumo y la viabilidad del siglo XXI. Ambas disciplinas se encuentran en el corazón de la revolución tecnológica actual, utilizando conocimientos avanzados para mejorar la eficiencia y sostenibilidad de los sistemas económicos. 

En el artículo Complejidad, incertidumbre y prospectiva, discutíamos la necesidad de desarrollar un pensamiento complejo para interpretar y poder actuar en un mundo complejo. Mal podríamos comprender y resolver las problemáticas del siglo simplificando todo y sin conocer los cambios y las nuevas posibilidades provenientes de las tecnologías con evolución exponencial. La complejidad del presente y su extrapolación hacia el futuro solo se podrá interpretarse si se dispone de la capacidad integrada necesaria para comprender a una sociedad multidireccional”. El Dr. Jorge Velasco Zamora dice:

    “Gestionar tecnología supone reducir la incertidumbre a su expresión más residual”.


En el contexto señalado, la economía de las nuevas tecnologías tiene un eje nítido, en el cual ubicamos al resultante de dos ciencias-tecnologías capaces de trasformar la naturaleza para restituir las pautas perdidas y hacer posible la vida en la tierra:

La Bioeconomía es una economía basada en la biotecnología capaz de generar en tiempo y forma los recursos naturales renovables, con su acervo de 65 millones de genes y la ingeniería genética, para dar respuestas a necesidades socioeconómicas tales como la demanda de energía, alimentos, disminución de los gastos en salud y cuidado del medio ambiente, generando a su vez trabajo e ingresos en forma sustentable.          

La Nanoeconomía se refiere a un enfoque económico centrado en la escala más pequeña posible, similar a cómo la nanotecnología opera a niveles muy pequeños. Este concepto podría tener implicaciones importantes para abordar desigualdades globales, al permitir un análisis más detallado y preciso de las dinámicas económicas a nivel individual o de pequeñas localidades. Al innovar  construyendo con átomos y moléculas, de lo que estamos hechos los seres humanos y el planeta, la disciplina, podrá dar respuestas a todas nuestras necesidades  humanas primarias.

La complejidad requiere un enfoque integrador del saber para abordar los desafíos sociales, éticos y regulatorios. La bioeconomía y la nanoeconomía representan un cambio paradigmático hacia un futuro innovador y más sostenible. Herramientas fundamentales de una gobernanza responsable para maximizar los beneficios y reducir los riesgos asociados a toda nueva tecnología..

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