La presencia de un robot humanoide con inteligencia artificial en el hogar ya no es un concepto exclusivo de la ciencia ficción. Empresas como Zhiyuan Robotics (China) y Figure AI (EE.UU) están desarrollando tecnologías que permiten la integración de robots cada vez más avanzados en la vida cotidiana, con capacidades que van desde la asistencia doméstica hasta la interacción social.
Imaginemos la escena: un robot con apariencia humana, equipado con una IA sofisticada, capaz de realizar tareas del hogar, responder preguntas, sostener conversaciones y adaptarse a nuestras necesidades diarias.
Figure AI, una empresa que ha llamado la atención con su robot humanoide Figure (01, 02 y el 3 experimental) trabaja en la creación de autómatas capaces de aprender y ejecutar tareas de manera independiente, con aplicaciones tanto en el ámbito doméstico como industrial. Su enfoque se basa en el uso de modelos avanzados de inteligencia artificial para dotar a los robots de habilidades motoras y cognitivas que les permitan operar en entornos diseñados para humanos.
Figure AI planea producir y distribuir hasta 100.000 robots humanoides en los próximos cuatro años y Elon Musk, CEO de Tesla, ha pronosticado que en un plazo de siete años, cada hogar de clase media en Estados Unidos podría contar con un robot humanoide capaz de realizar tareas domésticas. En un hogar, un robot de su compañía podría actuar como asistente personal, optimizando rutinas diarias y ofreciendo compañía a personas mayores o con movilidad reducida.
La evolución de estos sistemas plantea preguntas interesantes sobre la relación entre humanos y máquinas:
¿Hasta qué punto estamos dispuestos a delegar tareas en una inteligencia artificial?
¿Qué nivel de autonomía es aceptable en un asistente robótico?
Aunque aún hay desafíos tecnológicos y éticos por resolver, la posibilidad de compartir el hogar con un robot humanoide con IA está más cerca de convertirse en una realidad. Con el avance constante de cada vez más empresas, la idea de tener un compañero artificial en casa deja de ser una fantasía futurista y se convierte en un escenario probable para la próxima década. La revolución de la robótica doméstica con IA ya ha comenzado, y su impacto promete transformar nuestra forma de vivir y trabajar.
No es casualidad, sino un camino gradual de adaptación: pasamos de aceptar la presencia de un compañero robótico en nuestro hogar a transitar la delgada línea donde la humanidad y la máquina se entrelazan. Eventualmente, llegaremos a la intersección en la que dejaremos de ser meros observadores de la robótica para convertirnos en humanos robotizados e inmortales, transfiriendo nuestro "software-mente" a un cuerpo artificial. Algo así como un nuevo orden en el que, en lugar de ciudadanos de primera y segunda clase, existirán robots de primera y de segunda, redefiniendo por completo la jerarquía y la mortalidad de la existencia.
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