domingo, 9 de febrero de 2014

Un planeta a la deriva.

En el comienzo del 2014 los augurios de graves efectos por el cambio climático dejan de ser pronósticos y pasan a ser realidad.
Mientras en el hemisferio sur, América Latina experimenta un calentamiento sofocante con países como la Argentina sacudidos por la gran ola de calor y  Australia con incendios forestales de gran envergadura debido a la sequía y los vientos; en el hemisferio norte, el medio oeste de EE.UU. se encuentra congelado con fuertes nevadas y record de bajas temperaturas, y con grandes inundaciones en Gran Bretaña, parte de Francia y España.
Tiene su lógica si consideramos que los 1000 millones de vehículos existentes consumen por día 95 millones de barriles de petróleo. Dicho de otro modo, algo que estaba enterrado y no producía ningún efecto, se transforma en dióxido de carbono a una velocidad de consumo de 95 millones de barriles por día. A esta cifra hay que agregar el dióxido de carbono proveniente del consumo de combustible fósil por las empresas, el generado para producir  energía eléctrica, el de la combustión del gas domiciliario,… Lo citado es sólo en una parte, podríamos agregar la problemática originada por el metano (mucho más perjudicial que el dióxido de carbono)  generado por los millones de ganado bovino existente (flatulencia y eructos) o el disuelto en los hielos continentales  que se libera debido al creciente  descongelamiento. La economía mundial basada en una utilización depredatoria sin precedentes de recursos naturales, imposibles de reponer en el tiempo que se consumen, también está a la deriva conduciendo a crisis económicas crecientes en  casi todos los  países originando  violencia latente en las sociedades.
Hay una solución única: debemos generar una cantidad inmensa de recursos naturales en tiempo y forma para los 7000 millones de habitantes del planeta, reemplazar la utilización de combustibles fósiles  y producir en forma ecológica con residuo cero. ¿Se puede?
Necesitamos avanzar sobre una bioeconomía que priorice la generación de recursos naturales renovables por sobre los ciclos ficticios de producción y consumo de la economía actual sin sustento en bienes genuinos. Una bioeconomía que utilice a la biotecnología con sus 65 millones de genes y la ingeniería genética para producir combustibles, alimentos, cuidar el medio ambiente y disminuir los costos del cuidado de la salud. Una sociedad sostenible  debe avanzar hacia la producción en biofábricas, fábricas celulares fotosintéticas, alimentadas por la energía solar  y dióxido de carbono y catalizadas por enzimas. Biofábricas para producir alimentos, medicamentos, bicombustibles y para cuidar el medio ambiente produciendo con residuo cero.
La trilogía conducente a un planeta sustentable está integrada por la bioeconomía, con su biotecnociencia generadora de recursos naturales,  la biotecnología, y su motor productivo la biofábrica ecológica. El medioambiente y la economía del planeta están a la deriva, no existe un plan A, sólo nos queda avanzar rápidamente a un  Plan B, B de Bioeconomía, B de Biotecnología y B de Biofábrica ecológica.

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