En enero del año 2016 investigadores del Monash
Centre for Atomically Thin Materials (MCATM) dependiente de la Monash University
(Australia) desarrollaron una piel de denominada G-elastomer, un material
elastómero (materiales con comportamiento elástico) de grafeno con más
sensibilidad que la propia piel humana. Entre otras cosas, permitirá desde
hacer prótesis robóticas con tacto para sustituir miembros amputados hasta
construir la “piel de un robot”. El grafeno como elastómero es un material flexible y ultraligero, puede
detectar presiones y vibraciones en un amplio ancho de banda de frecuencias.
Supera con creces el rango de respuesta de nuestra piel con un
tiempo de respuesta muy rápido. En la reciente publicación “Graphene-stabilized
lipid monolayer heterostructures: a novel biomembrane superstructure” en la revista Nanoscale
(Royal Society of Chemistry), un equipo de la Leiden University
(Holanda) investiga la conformación
supramolecular obtenida cuando se coloca grafeno sobre una monocapa lípidica
similar a la capa externa de la
piel. La alta afinidad entre las colas de los lípidos y el
plano basal grafeno genera una estructura favorable para la aplicación de
biosensores y representa el primer paso
hacia la integración de grafeno en una bicapa lipídica humana. De ambas
publicaciones (y de otras tantas) surge la posibilidad de utilizar láminas
de grafeno en la confección de la piel
de un robot o de una prótesis y para hacer interfases con la piel humana, de modo de obtener una nueva plataforma para la detección de la variación en la estructura de los lípidos al modular
químicamente las propiedades eléctricas del grafeno. El inicio de un
interesante camino conducente a la nanopiel de y con grafeno.
Lectura Complementaria:
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