sábado, 15 de noviembre de 2014

Invertir en grafeno.

Los físicos rusos Andre Geim y Konstantin Novoselov, fueron galardonados con el Premio Nobel en el año 2010 por el grafeno, una lámina de carbono de un átomo de espesor,  obtenida a partir del grafito. Desde entonces se han realizado más de 1500 patentes y se estima que en la actualidad se invierten más de 10 millones de dólares anuales en la investigación de sus propiedades. Este material de “solo dos dimensiones” es el más elástico que se conozca, unas a 200 veces más resistente que el acero, es un excelente conductor del calor y la electricidad, impermeable y permite el movimiento de electrones un 230 por ciento más “rápido” que el silicio. Se lo puede utilizar para la fabricación de microchips, computadoras más veloces y con menor consumo energético, celulares con pantallas flexibles, plegables y táctiles, en nanocircuitos para mejorar la velocidad de las comunicaciones inalámbricas, baterías de larga duración que apenas tarden unos segundos en cargarse, en chalecos antibalas, cascos y multitud de elementos de protección más livianos y seguros, chasis para vehículos más resistentes, aditivos para motores mejorando el rendimiento en cuanto a consumo, envases para alimentos más seguros,  recubrimientos para los muebles del hogar que impidan el desarrollo de bacterias en su superficie, debido a su peculiar estructura de alta densidad permeable para la desalinización del agua, en la obtención de compuestos  para nuevos materiales aislantes, monitores de TV, ...
Se compara la revolución tecnológica del grafeno en la actualidad con la que en su momento produjeron los plásticos. Invertir en grafeno, en acciones de empresas que produzcan y/o utilicen grafeno para innovar en sus productos, una apuesta nanotecnológica para ganar a mediano plazo. 

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