En la sociedad industrial basada en el capital y las máquinas para la producción se podía comprar tecnología llave en mano para realizar emprendimientos relativamente exitosos. La evolución histórica nos demostró que ya no es suficiente. A partir de los años 70’ comenzó a surgir la sociedad del conocimiento, centrada en la aplicación intensiva del saber en todos los órdenes de la vida, que requiere contar con recursos humanos innovadores altamente capacitados en ciencia y tecnología. Innovadores con capacidad para investigar, desarrollar nuevos productos, implementar los procesos de producción y encarar la gestión empresarial. La mutación de la sociedad industrial en la sociedad del conocimiento llegó aparejada con un cambio de paradigma: pasar de las ciencias centradas en el conocimiento y comprensión de la naturaleza a ciencias-tecnologías integradas capaces además de transformar la naturaleza para dar respuestas a los problemas económicos y ambientales del siglo XXI. Un claro ejemplo lo constituyen la biotecnología moderna (1973) y la nanotecnología (1974).
Resulta claro que la sociedad del conocimiento comenzó en los países desarrollados, mientras en los otros se dictaban leyes donde algunas de las tecnologías del siglo XXI vinculadas con las NBIC (Nano, Bio, Info y Cognotecnologías) se declaraban de interés o prioridad nacional. En la Argentina podemos citar el Plan Estrategico Nacional de Ciencia, Tecnologia e Innovacion “Bicentenario” (2006-2010) en el cuál aparecen, entre otras áreas prioritarias la biotecnología y la nanotecnología. En el citado documento se destaca en la visión del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SNCTI) como valores esenciales “El conocimiento, como sustento de una cultura innovadora y solidaria” y “La educación, como base del acceso al conocimiento, la calidad de vida y la movilidad social”. Quince años después cuesta entender la causa por la cual en el país hay más de 15 carreras de grado universitario en biotecnología, mayoritariamente Licenciaturas en Biotecnología, en cambio hasta el 2017 no había ninguna en nanotecnología; año en cual se inicia la primera Licenciatura en Nanotecnología, destinada a formar innovadores nanotecnológicos, en la Universidad privada CAECE. La solución es parcial ya que aún hoy quienes no disponen de los recursos económicos necesarios están impedidos para cursar estudios de grado (curriculares e integrados) vinculados con la nanotecnología en el país. Una especie de sociedad del conocimiento declamada pero ligada a la conservadora-obsoleta sociedad industrial y al subdesarrollo.
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