A los dos proyectos vinculados a la comprensión del funcionamiento de los 89.000 millones de neuronas del cerebro humano, el Human Brain Project (Comisión Europea) y Brain Activity Map (EE.UU), le podemos agregar el aporte de los nanochips neuromórficos y los memristores en el sendero para avanzar hacia un cerebro cuasi similar al humano. También en la actualidad, la agencia: Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa de los Estados Unidos, conocida como DARPA, desarrolla un programa de Neurotecnología No Quirúrgica de Próxima Generación (N3), en el cual científicos de prestigiosos laboratorios de investigación están explorando cómo hacer interfaces cerebro-máquina no o nano-invasivas. La Agencia ha otorgado fondos a seis organizaciones para la segunda fase del programa que comenzó en 2018. Los proyectos seleccionados son encabezados por el Battelle Memorial Institute, la Carnegie Mellon University, la Johns Hopkins University, el Applied Physics Laboratory, el Palo Alto Research Center (PARC), la Rice University, y Teledyne Scientific. Los equipos de N3 están siguiendo una variedad de enfoques que utilizan óptica, acústica y electromagnetismo para registrar la actividad neuronal y enviar señales al cerebro con alta velocidad y gran resolución. Las investigaciones se dividen en dos grandes grupos: los equipos de trabajo que están buscando interfaces completamente no invasivas, externas al cuerpo y los equipos que utilizan sistemas de interfaz mínimamente invasivos que incluyen nanotransductores enviados al cerebro para producir las señales. Un ejemplo de los primeros lo constituye el equipo dirigido por el Palo Alto Research Center cuyo objetivo es desarrollar un dispositivo acústico-magnético completamente no invasivo para escribir en el cerebro. Su enfoque combina ondas de ultrasonido con campos magnéticos capaces de generar corrientes eléctricas localizadas para la neuromodulación. En cambio Teledyne Scientific, tiene como objetivo desarrollar un dispositivo integrado completamente no invasivo utilizando magnetómetros bombeados ópticamente para detectar campos magnéticos pequeños y localizados que se correlacionan con la actividad neuronal. A la vez emplean ultrasonido enfocado para escribir en las neuronas. En definitiva, interfaces cerebro-computadora bidireccionales de alto rendimiento para aplicaciones clínicas y/o de uso por las fuerzas armadas.
Tal vez la interfaz cerebro-máquina no quirúrgica constituya el inicio de un fantástico camino hacia la transferencia de nuestro software-mente a un cerebro artificial montado en un robot. El primer paso del inquietante tránsito del humano celular mortal al humano robotizado inmortal.
Infomación complementaria
El Proyecto Genoma Humano. Henry Markram. Investigación y Ciencia. Agosto 2012. Páginas 50-55.
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